¿Cuándo acudir a terapia?

• Presentas síntomas fisiológicos sin explicación médica: dolor de cabeza, tripa, espalda; tensión muscular; temblores; sudoración; sensación de debilidad o cansancio; nerviosismo; dificultad para comer, descansar, respirar, etc.
• Te enfrentas a un cambio vital: cambio de casa, trabajo, ciudad; separación o divorcio; maternidad; muerte o pérdida de seres queridos; enfermedades físicas y psicológicas; independización, etc.
• Te sientes desbordado: ansiedad, estrés, etc.
• Tienes dificultad en la toma de decisiones.
• Has vivido una situación traumática, que te pesa o te paraliza.
• Sientes dificultad para relacionarte con los otros (pareja, familia, iguales, superiores…).
• Ya no disfrutas de las actividades que antes sí te hacían feliz (desmotivación, tristeza, apatía, frustración…).
• Te encuentras con dificultad para regular tus emociones.
• Te ves incapaz de poner fin a una situación que te hace daño: acoso laboral (mobbing), escolar (bullyng), sexual, físico, psicológico, etc.
• Estás inmerso en una adicción: de conducta (sexo, juego, trabajo, internet, relaciones (codependencia); de ingestión química (alcohol, cocaína, nicotina, marihuana, sedantes e hipnóticos, anfetaminas, éxtasis, heroína); de ingestión (anorexia, bulimia).
• Te apetece mejorar tu autoconcepto y así potenciar tus fortalezas.

Estos son algunos de los muchos motivos por los que empezar terapia. Estoy dispuesta a conocer el tuyo. Trabajar en cualquiera de ellos te conducirá a un gran crecimiento personal donde tu autoestima se verá reforzada.